Enrique Carballo Gende

Investigador do Grupo HISTAGRA

¿A qué distancia podían mandar sus flechas los arqueros ingleses de los siglos XIV y XV, y las lanzaban con fuerza suficiente para traspasar la armadura de un caballero francés? De esta pregunta se ocuparon sir Charles Oman, historiador, y Arthur Conan Doyle, novelista, en el siglo XIX. La he encontrado en artículos académicos, libros de John Keegan y revistas de divulgación, pero algunas buscas rápidas en Google nos lo muestran también en un foro dedicado a Juego de Tronos o en la televisión pública británica. El youtuber Scholagladiatora ha publicado un vídeo con más más de 153.000 visitas; su colega Lindybeige, otro con más de 1,2 millones.

 En las discusiones sobre el tema he visto alusiones a los sesgos de los historiadores whig y al nacionalismo, y referencias a la física, la arqueología y los análisis forenses de esqueletos de longbowmen, pero hay decenas de miles de interesados en la respuesta que no tienen relación profesional con la historia académica ni tendrían en principio por qué ocuparse de ese tema.

 Este tipo de público conforma lo que llamo personalmente, sin pretensión normativa de ningún tipo, historiadores de nicho, es decir, individuos que se interesan, de forma amateur pero en ocasiones extremadamente exhaustiva, por un registro muy concreto de cuestiones acerca del pasado. No me refiero a los que acuden a la historia para construir relatos para explicar el presente o justificar una política, sino a los que van a ella como hobby o evasión. Es bien conocido el caso de los historiadores de lo local, los miles de blogs y publicaciones dedicados a la historia de una ciudad, un barrio o una parroquia.

 Fuera de estos, diría que el principal interés es la historia de la guerra y el combate. Hay auténticos expertos en la vida cotidiana del legionario romano, y especialistas en todos y cada una de las cuestiones relacionadas con la Segunda Guerra Mundial. Este nicho, abrumadoramente masculino y que se mezcla con otros modos de ocio (videojuegos, rol, recreacionismo, esgrima histórica), invierte cantidades importantes de tiempo y dinero en su afición. Esto explica, por ejemplo la presencia de Desperta Ferro en el mercado español, que ahora mismo publica cinco líneas con tiradas por encima de los 10.000 ejemplares. Invito al lector a reflexionar sobre cuántas ventas obtendría una revista similar en Historia Agraria con la proyección actual de la disciplina, y si podría financiarse sin dinero público.

 Con esto no quiero decir que sea un fracaso que no haya una Desperta Ferro en cada sector de la historiografía, claro; más bien mostrar que algún sector genera interés y sabe aprovecharlo, aparte de replantear las consabidas preguntas. ¿Por qué algunos sectores tienen proyección y otros no? Los que no, ¿hasta qué punto están realizando iniciativas novedosas para conseguirla?

 También, y dejando aparte otros temas  más polémicos, cómo se justifica la investigación académica si no llega a la sociedad y, por muchos logros que se reconozcan los historiadores en sus círculos especializados, la divulgación la hacen otros. María Elvira Roca Barea publicó un artículo sobre la Leyenda Negra en Péndulo: revista de ingeniería y humanidades, que no tengo claro si no está indexada o si, con otro subtítulo, tiene un 3.8 en Miar. Pero el libro que sacó sobre el mismo tema, según alguna fuente, lleva 100.000 ejemplares vendidos.

 Arturo Pérez Reverte acaba de publicar Una Historia de España, desde los tiempos preromanos (sic) con un texto del estilo: “Las invasiones empezaron en plan serio a principios del siglo V: suevos y vándalos, que eran pueblos germánicos rubios y tal, y alanos, que eran asiáticos, morenos de pelo, y que se habían dado -calculen, desde Ucrania o por allí- un paseo de veinte pares de narices porque habían oído que Hispania era Jauja y había dos tabernas por habitante”. A buen seguro venderá algunas decenas o cientos de miles de ejemplares.

Se habló algo de eso en enero en Cambios de paradigma na Historia Rural , planteando algunas iniciativas, como la existencia de un blog sobre la historia de Andalucía, que resultan interesantes. Quizás las 1,2 millones de visitas del vídeo del longbow sean una cifra muy ambiciosa, pero, ¿cuántas personas verían uno sobre la propiedad de la tierra en Galicia (en no más de seis minutos, con dibujos y con la bibliografía en la descripción del vídeo)? ¿O uno acerca de si la dictadura de Franco fue fascista o no? En AskHistorians hay una moderación que sigue criterios académicos y respuestas que no desmerecerían en alguna revista indexada (aunque lamentablemente no cuentan para méritos ni sexenios).